La educación artística, en la que se engloba la formación musical, debe tener un lugar esencial en la educación de nuestros hijos. Sin embargo, a las Artes se les presta escasa atención en los currículos educativos, cuando el objetivo sería aspirar a un sistema educativo que ofrezca un plan de estudios amplio no obsesionado con el aprendizaje académico, sino que tenga en cuenta las diferentes necesidades de los más pequeños.
Uno de los problemas es que mucha gente todavía piensa que la educación artística es para apenas unos pocos y que los “artistas” simplemente “nacen”. Y nada más lejos de la realidad que se puede responder con un argumento muy sencillo. ¿Qué pasaría si cualquier otra materia se impartiera solo una vez a la semana en la escuela? No es que no haya más personas creativas en el mundo, simplemente esa carencia se produce porque no cultivamos la creatividad en la escuela a diario.
De modo que la falta de educación artística, y por ende musical, en las escuelas podría tener los siguiente tres efectos adversos en la educación de las personas:
La educación actual mata la creatividad. ¿Cómo percibirían los jóvenes estudiantes materias como matemáticas, inglés o ciencias si solo las recibiesen un día a la semana durante media hora? Eso es exactamente lo que sucede con respecto a la creatividad. De hecho, como la creatividad no se enseña en las escuelas, la mayoría de niños cuando se convierten en adolescentes, a menudo se consideran “poco creativos”. Es necesario empoderar a esos niños en materia artística sin que necesariamente se conviertan en artistas, bailarines o músicos en un futuro.
Algunas desigualdades vienen derivadas de la falta de formación en materias artísticas. Se puede culpar al tiempo o al dinero, pero cuando la música solamente se imparte un día en las escuelas, se está dejando la responsabilidad de formar en música a las propias familias mediante actividades extraescolares privadas y externas a la escuela.
No renunciar a su potencial creativo y artístico
De modo que cuando los estudiantes provienen de familias con suficientes recursos económicos, tienen la capacidad de complementar la educación de sus hijos gastando dinero en clases privadas, campamentos, etc. Y esto conlleva que una gran cantidad de jóvenes en desventaja económica nunca alcancen su potencial como creadores e innovadores debido a la falta de oportunidades para descubrirlo.
Muchos potenciales artistas se ha perdido al crecer creyendo que la cualidad de ser “creativo/a” viene de nacimiento. Y se corre el riesgo de que esa “generación perdida” se convierta en personas que no sean creativas y no valoren la educación musical y artística en sus escuelas, perpetuando un mito que no tiene ninguna base real.
En definitiva, valorar la educación artística y musical en el currículo escolar es decir…
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